miércoles, 10 de febrero de 2010

ADVIENTO 1° Domingo: El viejo y el manzano


1. AMAR ES SEMBRAR PARA OTROS.

1° Domingo de Adviento (Is. 2,1-5; Rom. 13,11-14; Mt. 24,37-44)

Adviento es tiempo de espera, pero de espera activa no pasiva. La vida es una oportunidad que Dios nos da de amar y prepararnos para la eternidad. El saber que nuestra vida terminará pronto no debe angustiarnos, ni llevarnos a despreciar el mundo y sus responsabilidades, sino al contrario implicarnos en hacer un mundo mejor para los que vendrán. Amor es sembrar para otros. No sabemos si terminaremos lo que iniciamos, pero no importa, eso lo dejamos en manos de Dios.



EL VIEJO Y EL MANZANO

En una casa de campo bellísima vivía un anciano de ochenta años, llamado Juan, que cada día se levantaba muy temprano y se ponía a trabajar la tierra como si fuese un joven. Una mañana empezó a hacer hoyos y a plantar manzanos. Al poco tiempo pasó por allí un vecino que, extrañado de la actitud del hombre, le preguntó:

- ¿Qué estás haciendo, Juan?
- Pues mira, hoy estoy plantando manzanos y mañana plantaré otros árboles frutales -contestó tranquilo el anciano.

El vecino, sorprendido por verlo tan emocionado en una tarea nada fácil, le dijo, con cierto tono de burla:

- ¿Es que crees que vas a vivir para siempre? Tú sabes que los árboles tardan muchos años en dar fruto y para ese tiempo tú ya estarás muerto. No podrás probar ni una sola de tus manzanas.
- Ya lo sé -dijo el anciano-. Pero toda mi vida he comido manzanas, y que no había plantado yo. No hubiera podido yo comer ninguna si otros hombres no hubiesen hecho lo que yo estoy haciendo ahora. Sólo quiero pagar a mis semejantes con la moneda de la generosidad que ellos tuvieron conmigo.

Introducción

Padre Alejandro Illescas Molina. SF.

(2008 Año A: Evangelio de San Mateo)

Hace tiempo una amiga me preguntó que por qué siempre contaba yo cuentos en mis homilías. A lo que le contesté que es más sencillo recordar un cuento que una reflexión. Y para confirmarlo le pregunté de cuáles de mis sermones se acordaba. Y… sólo supo mencionarme algunos de los cuentos que yo había contado.

Como a cada rato me piden alguno de los cuentos que leo en las Misas de los domingos, se me ocurrió empezar a recogerlos en este librito para que la gente pueda tenerlos y usarlos.

No recojo mis homilías, sólo los cuentos. Pero puse antes de cada uno, una pequeña introducción que ayude a entender por qué lo utilicé en ese domingo concreto.

Aclaro que ninguno de estos cuentos es mío, sino que los he ido recopilando a lo largo de los años, de libros, revistas, mensajes enviados de amigos por Internet, etc. Son cuentos de muchos autores (Rabindranath Tagore, Anthony de Mello, Tere García Ruiz, Catón, Esopo, pastor Wayne, Carlos Cuauhtemoc Sánchez, etc.), que me han servido para entender e intentar vivir mejor la vida y el Evangelio.

Ojalá también les sirvan a ustedes…

A Jesús le gustaba contar cuentos. Y, la verdad, a mí también…