domingo, 4 de abril de 2010

ADVIENTO 2° Domingo: Asamblea en la carpintería

2. CONVERTIRSE A DIOS ES CONVERTIRSE EN HERMANO DE LOS DEMÁS HOMBRES.

Domingo de Adviento (Is. 11,1-10; Rom. 15,4-9; Mateo 3,1-12)



El Mesías esperado, nos dice Isaías, “no juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas”. Los que pertenecemos a Jesús tampoco debemos juzgarnos, sino al contrario, como dice San Pablo, debemos tenernos paciencia unos a otros y buscar la unidad. Jesús insistió en que los hombres sabrían que somos sus discípulos no por lo que hagamos individualmente, sino porque nos amamos, nos aceptamos con nuestras virtudes y defectos. Adviento es tiempo de conversión, de cambiar nuestros criterios para amar sin juzgar.


ASAMBLEA EN LA CARPINTERÍA

Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Una reunión de las herramientas para arreglar sus diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y, además, se pasaba el tiempo golpeando.

El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo. Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los otros. Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto.

En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Con ellos convirtió la tosca madera en un lindo mueble.

Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo: -"Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos".

La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto. Se dieron cuenta que eran un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos.

Ocurre lo mismo con los seres humanos. Observen y lo comprobarán. Cuando en una empresa el personal busca a menudo defectos en los demás, la situación se vuelve tensa y negativa. En cambio, al tratar con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los otros, es cuando florecen los mejores logros humanos. Es fácil encontrar defectos, cualquiera puede hacerlo, pero encontrar cualidades, eso es para los espíritus superiores.


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